miércoles, 21 de enero de 2009

Crece el comercio del sexo

Nuevos rostros de la prostitución en la capital yucateca


Nadie sospecha el oficio secreto de Nadia tras su amplia sonrisa juvenil, pero cuando sube al autobús de la Ruta Tres de Francisco de Montejo es irremediable que las miradas y la imaginación de la mayoría de los pasajeros se centren en ella.

Con su blusa escotada rosada, pantalones de mezclilla ajustados, discreto maquillaje y grandes aretes, cualquiera pensaría que es una estudiante que acaba de salir del gimnasio.

Pero no... A las 10 de la mañana, Nadia comienza su jornada laboral.

No tiene tatuajes. No mastica chicle. No le gusta la vida nocturna. Cuida su alimentación y su cuerpo. Es parte de una nueva generación de sexoservidoras.

“Cuando llegué a Mérida (nació en el Distrito Federal el 11 de mayo de 1988) hace tres años empecé a trabajar como modelo y luego como encargada de mostrador en varios comercios.

“No faltaban los hombres, casi todos casados, que empezaron con sus insinuaciones. Y un día llegó la persona que me hizo una oferta económica que no pude resistir: gané en dos horas el equivalente a una semana de trabajo”.

—Así empecé mi nuevo oficio. Tengo la fortuna de escoger a mis clientes y prefiero a los profesionistas jóvenes, casados, más o menos guapos —indica.

—Por las tardes trabajo como responsable de mostrador de una cadena de muñecas en tiendas departamentales. Gracias a ese trabajo, nunca falta el pizpireto que empieza a buscar plática y termina como cliente.

En una entrevista, explica que no frecuenta hoteles de paso. Renta por temporadas casas en varios puntos de la ciudad y pide absoluta discreción a sus clientes: “Como ellos son casados, tampoco quieren escándalos”.

Su caso ejemplifica una nueva faceta de la prostitución en Mérida, una actividad que a vista y paciencia de las autoridades ha crecido y se ha diversificado con el crecimiento urbano debido a la demanda del servicio.

Sólo en las generaciones antiguas de meridanos quedan los recuerdos de la zona de tolerancia que el gobierno del Estado cerró el 6 de febrero de 1970 y el estereotipo de las antiguas hetairas deambulando por las calles de la ciudad.

Hoy, el abanico de la prostitución femenina, masculina y homosexual en Mérida es tan amplio que escapa en muchas ocasiones a las redes de proxenetas que, en presunto contubernio con las autoridades policíacas y sanitarias, ejercían control sobre esa ilícita actividad, para obtener ganancias.

Hoy, diseminada sin control, en sus variantes femenina, masculina y homosexual, la prostitución luce variados disfraces: casas de masaje y de modelos, servicios para despedidas de soltería, en bares y cantinas; nudistas, o la oferta directa caminando en avenidas, parques y estaciones de autobuses.

Hace 15 años, el flujo de bailarinas cubanas se convirtió en motivo de escándalo cuando muchos matrimonios locales se perdieron al ritmo de las caderas antillanas.

Hoy, de nuevo surgen voces de alerta por los matrimonios que entran en crisis debido a las jóvenes que, en sus despedidas de soltería, acaban enamoradas de los musculosos “estrípers” que ejercen la prostitución.

Ningún estrato socioeconómico escapa de la atracción por el “sexoservicio” y para cada nivel hay una oferta.

Pese al auge de la prostitución, hasta hoy Yucatán carece de medios legales para tener un control sanitario, aunque en las personas que ejercen esa actividad es menor la incidencia de enfermedades de transmisión sexual y, en especial, del sida.

David Gáber Osorno, responsable del programa estatal del Vih/Sida, explica que, a diferencia de otras entidades, aquí no se utilizan las famosas “cartillas de los sexoservidores”.

—Las prostitutas han sido muy claras: quieren recibir servicios integrales de salud, no que se les considere únicamente un órgano sexual —dice.

Según reportes extraoficiales (en Yucatán no está reconocida la prostitución como un empleo legal), 350 mujeres y 50 varones que ejercen la prostitución acuden con regularidad a practicarse exámenes médicos en el Centro de Salud, pero las autoridades calculan que más del doble de esa cifra acuden a servicios particulares o no van, para no ser identificados.

“Especialidades” Las especialidades de ellas van de masajistas a “teiboleras”, pasando por damas de compañía que ofrecen sus servicios a través de taxistas, o casadas y estudiantes que, sin que se enteren sus familias, salen a caminar en busca de dinero que complemente la economía doméstica.

En los varones los hay quienes ejercen su oficio como “estrípers” y como travestidos. Los de menores recursos económicos salen a buscar clientes en calles y parques.

Hace dos décadas, las autoridades sanitarias y policíacas de esta ciudad identificaron una docena de sitios públicos donde se ejercía la prostitución. De esos doce lugares, en cinco se ejerce la prostitución varonil: la calle 51 con 60; 53 con 62; avenidas Colón y Reforma; calle 69 con 82, y 54 con 55.

Falenas y trasvestidos, por su parte, siguen en el Portal de Granos, el mercado Lucas de Gálvez, la zona del Venadito (la 58, de la 67 a la 73), la terminal del ADO, la avenida Itzaes, los parques de Santa Ana y Santa Lucía y la avenida Canek, en el corredor de los centros nocturnos.

Hace un lustro, el Ayuntamiento meridano sentó las bases para la reubicación de giros negros fuera de la ciudad, lo cual prácticamente dio origen a una moderna zona roja, en Kanasín, pero aún quedan varios lunares en Mérida.— WÍLLIAM JOSÉ CASANOVA VÁZQUEZ

Fuente :

http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=11$1310000000$3867929&f=20080719

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